Picasso. Los Cuadernos
En un acto de generosidad sin precedentes, en 1970, Picasso donaba a la ciudad de Barcelona doscientas treinta y seis pinturas, mil ciento cuarenta y nueve dibujos, diecisiete cuadernos, cuatro libros de texto, dos grabados, cuarenta y siete obras de otros artistas y objetos diversos que habían estado custodiadas por tres generaciones familiares: su madre, doña María, su hermana Lola y sus sobrinos Vilató-Ruiz. El espléndido regalo incluía diecisiete cuadernos con un total de novecientos dibujos que, junto con el Carnet català adquirido en el 2000 y el Carnet de La Tauromaquia adquirido en 2018, son el motivo y fundamento de esta exposición.
Si para un artista el cuaderno de dibujo constituye una herramienta fundamental para plasmar sus dudas, ensayos y soluciones, para Picasso estos cuadernos están, además, íntimamente ligados a su obra y representan su particular pulso con la vida; son la parte más privada de su creación, como un diario íntimo en el que recoge sus ideas y pensamientos, un laboratorio donde plantea —y encuentra— las soluciones plásticas y compositivas que aparecen en sus pinturas.
La Coruña / Madrid - Málaga
En 1891 la familia Ruiz Picasso se instala en La Coruña, donde el joven Pablo empieza sus estudios en el instituto de segunda enseñanza y en la Academia de Bellas Artes. Los dos primeros cuadernos de dibujo fueron adquiridos en La Coruña, quizás en el establecimiento de Manuel Roel en la calle Real, inaugurado en 1892. Ambos son casi idénticos, con tapas de cartón recubiertas de tela con una orla moldeada en relieve y la palabra álbum grabada en tinta dorada. Los dibujos fueron realizados en 1894 y 1895, aunque solo unos pocos están fechados. En ellos se representan fundamentalmente paisajes, escenas costumbristas y retratos de sus familiares. El 14 de abril de 1895 regresan a Málaga para pasar el verano antes de instalarse definitivamente en Barcelona. Durante el viaje paran en Madrid y aprovechan para visitar el Museo del Prado. Picasso copia dos obras de Velázquez en las hojas de un nuevo cuaderno, probablemente adquirido en Madrid, que completa con dibujos realizados durante el verano en Málaga, sobre todo estudios para el óleo Viejo pescador, y acaba con algunos apuntes académicos a su llegada a Barcelona en otoño del mismo año.
Barcelona
La familia Ruiz Picasso llega a Barcelona el 21 de septiembre de 1895, donde se instala definitivamente. El primer año tiene su domicilio en la calle Reina Cristina número 3 y el otoño de 1897 se traslada a la calle de la Mercè número 3, ambos inmuebles muy cerca de la Escuela de Bellas Artes de la Llotja, donde Pablo cursa sus estudios entre 1895 y 1897. Don José será profesor de la escuela hasta 1913. Los cursos en La Llotja constituyen un período decisivo en el perfeccionamiento de su formación. De este período se conocen seis cuadernos de diversos formatos y dimensiones, realizados fundamentalmente en Barcelona, aunque encontramos algunos dibujos, más libres, del período veraniego en Málaga, en los que se aprecia el proceso de aprendizaje de Pablo. Los dibujos muestran la actividad académica, dominada por la copia de modelos al natural y estudios de composiciones históricas y religiosas. Paralelamente, encontramos una serie de retratos de familiares y paisajes urbanos que le sirven para ejercitar la pintura al aire libre y evadirse de la rigidez académica.
Madrid
Entre octubre de 1897 y mayo de 1898, Picasso se instala en Madrid para ampliar sus estudios en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Se inscribe en las asignaturas de dibujo del antiguo y ropaje y de paisaje. El modo en que se desarrolla la enseñanza le resulta desalentador y pronto abandona las clases y se lanza al conocimiento directo de las obras de los grandes maestros en el Museo del Prado, como explica en la correspondencia con su amigo Joaquim Bas. Los cinco cuadernos que el Museu Picasso conserva de este período madrileño ponen de manifiesto sus intereses del momento. En primer lugar, el estudio de la pintura de la escuela española, especialmente Velázquez y Goya, de quien copia algunos caprichos y escenas de tauromaquia. Paralelamente, su tendencia libre y espontánea de la observación del entorno se refleja en numerosos paisajes del Retiro y la Moncloa, de algunos pasajes del Madrid antiguo y en los detalles de sus domicilios, así como de escenas callejeras y sus personajes castizos. La estancia en Madrid acaba de una manera fulminante al caer enfermo de escarlatina y tener que regresar precipitadamente a Barcelona.
Horta de Sant Joan y Gósol
En junio de 1898, Picasso, convaleciente de escarlatina, se instala en Horta de Sant Joan invitado por su amigo Manuel Pallarès. La estancia programada para unos días se alarga prácticamente nueve meses, hasta enero de 1899. Su paso por Horta es tan importante que siempre afirmó: «Todo lo que sé lo he aprendido en el pueblo de Pallarès.» En 1909 regresa a Horta, en plena etapa cubista. Durante esta primera estancia inicia un cuaderno, que finaliza en Barcelona, en el que se mezclan el entorno y los personajes rurales con otros sujetos más urbanos. El paisaje, tratado con un estilo muy naturalista, es el género más abundante en el carnet, en el que una serie de dibujos documentan una excursión que los amigos realizaron por los alrededores del pueblo. Otros bocetos son como un reportaje de las tareas de diversos oficios campesinos. Finalmente, una parte de los dibujos de temática mundana o estudios para composiciones posteriores fueron realizados a su regreso a Barcelona. Tras una breve estancia en Barcelona y siguiendo las recomendaciones del Dr. Cinto Reventós y del escultor Enric Casanovas, Picasso viaja a Gósol acompañado de Fernande y se instalan en Cal Tampanada de mayo a agosto de 1906. Picasso pinta el paisaje, las casas del pueblo y los lugareños, su estudio, los objetos tradicionales, y retrata incansablemente a su compañera. La contemplación del arte románico catalán, en especial la Virgen de Gósol, juega un papel esencial en el estilo cada vez más simplificado; su estilización hierática, los ojos grandes y abiertos y las cejas perfiladas influyen en la paulatina transformación de los rostros en máscaras. El carnet de Gósol o Carnet català es un diario íntimo en el que aparecen muchos retratos de Fernande, a la vez que una crónica de la vida del pueblo y su paisaje y un testimonio de su proceso creativo, ya que encontramos estudios para grandes composiciones como La Toilette y Dos hermanos
París
Al regresar de Horta en enero de 1899, Picasso entra en contacto con la vanguardia artística catalana y frecuenta Els Quatre Gats, taberna convertida en un núcleo artístico, literario e intelectual, donde conoce a artistas como Ramon Casas, Santiago Rusiñol, Joaquim Mir y Hermen Anglada Camarasa. Su estilo se impregna de las corrientes imperantes, desde el simbolismo hasta el impresionismo, pasando por el prerrafaelismo y la admiración por El Greco. En el mes de febrero de 1900 tiene lugar en la taberna la primera exposición individual de Picasso, integrada por los retratos de sus amigos, entre los que destacan Jaume Sabartés, Carles Casagemas, los hermanos Fernández de Soto, los Reventós y los Junyer Vidal. El trabajo intenso de Picasso entre el regreso de Horta y la marcha a París se refleja también en los cuadernos. Los primeros dibujos de temática modernista pertenecen al cuaderno iniciado en Horta. Dos más fueron íntegramente realizados en Barcelona, uno conservado en el Musée national Picasso-Paris y otro en nuestro museo. La mayoría de dibujos de este último son esbozos de personajes callejeros y retratos de su padre tratados con técnicas diversas. También encontramos algunos estudios preparatorios para el óleo ¡Pobres genios! y otras composiciones simbolistas. Picasso viaja a París por primera vez en otoño de 1900, acompañado de Carles Casagemas. Unos días más tarde se les uniría Manuel Pallarès. La excusa era visitar la Exposición Universal, donde Picasso exponía la obra Últimos momentos. Se dedican a visitar los pabellones de la Exposición, donde pueden contemplar de primera mano las obras de Manet y los impresionistas y la muestra paralela organizada por Rodin en la Place de l’Alma. En la divertida correspondencia que mantiene con los hermanos Reventós, que se habían quedado en Barcelona, aparecen descripciones detalladas de la vida en Montmartre, de sus reuniones nocturnas y de los paseos por la ciudad. Esta primera estancia en la capital francesa se interrumpe a finales de año. En la producción de este momento es patente la influencia de las corrientes de vanguardia recién descubiertas, siendo la obra culminante Le Moulin de la Galette, un canto a la animación nocturna. El Museu Picasso conserva uno de los dos carnets de dibujo realizados en ese otoño; es de reducido tamaño y constituye un delicioso reportaje del movimiento, colorido y diversidad de los personajes de la calle, que denotan la curiosidad del artista y su facilidad por captar el momento y la singularidad de las escenas urbanas.
Tauromaquia
En enero de 1956, el editor Gustau Gili y su esposa Anna Maria Torra fueron a ver a Picasso con la intención de retomar e impulsar el proyecto que el padre del editor había propuesto al artista en 1927: ilustrar La Tauromaquia de Pepe Illo para las Ediciones de la Cometa y que había caído en el olvido. Esta vez Picasso aceptó y así comenzó una grata colaboración profesional y cálida amistad. Gustau fue presidente de la Asociación de Amigos de los Museos de Barcelona y tanto él como su mujer estuvieron muy implicados en el proceso de creación del Museu Picasso. El otoño de 1957 Picasso regaló al editor un pequeño cuaderno, con una cubierta de tela con estampado floral, lleno de escenas y texto alusivos a La Tauromaquia de Pepe Illo. Los dibujos del carnet están directamente relacionados con el libro ilustrado. Las aguatintas al azúcar que lo ilustran son de mayo de 1957, pero la edición final se realizó en 1959. La punta seca de la portada también es de 1959. A diferencia del libro ilustrado, cuyos grabados siguen el relato de la corrida, en el carnet las suertes del toreo se van mezclando sin orden establecido.